- Entrevistas
El contrabando de semillas avanza, se estima un 60% de soya ilegal y 75% en maíz
- Miércoles, 20 Octubre 2021 14:43
AGRONEWS
El presidente de la Asociación de Productores de Semillas, Pedro Angel Pellegrino, destaca que ASOSEMILLAS tiene 24 años en el mercado protegiendo a los productores creadores de semillas en Bolivia. Hoy enfrentan el contrabando y la falta de mayor control, fiscalización y coordinación estatal para evitar el ingreso de granos transgénicos e ilegales que afectan la producción en el mercado interno y de exportación.
¿Cuáles los tres hitos positivos en estos casi 25 años para el desarrollo de la producción semillera en Bolivia?
El primer hito fue salir del trabajo convencional de la tierra, de dar vuelta la tierra con los arados, y pasar a la siembra directa.
El otro se refiere a toda esta biotecnología que entró con variedades e híbridos resistentes a herbicidas y en estos últimos 10 años ya trabajan sobre los insectos para proteger a la planta.
Y un aspecto positivo es el incremento en la producción que se da con el desarrollo genético y las empresas van haciendo líneas para el cruzamiento genético y sacar en un mismo espacio una mayor producción. Esto ha sido un hito importante porque hace una década se producía unas 1.200 o 1.500 toneladas por hectárea de soya y ahora subió a casi 2.300 toneladas. En el caso del maíz de 2.500 pasamos a los 4.000. Por supuesto que rendimientos superiores, pero este es el promedio.
¿Lo negativo?
Negativo no hay mucho. Está la corriente de los verdes, que todo lo que sea transgénico piensan que va a hacer daño al ser humano. La palabra transgénico es fea y poco agradable, pero ahí trabajan físicos, biólogos, agrónomos, etc., y el resultado de lo que ahora se está haciendo es agregarle menos pesticida, insecticida o herbicida al suelo, hay menos uso de agua. En toda acción hay una reacción y se ve una reducción de esos productos con estas semillas. Las permitidas en Bolivia.
¿Cuál es el ideal de semilla en este siglo?
En Bolivia hay muchos ambientes, suelos y clima, niveles ecológicos, entonces el agricultor tiene que ir buscando la variedad de semilla de trigo, de soya, de arroz y en semillas híbridas tiene que buscar de maíz, girasol, sorgo, que se adapten más a su ambiente. Hay zonas en las llueven 600 milímetros y a 50 kilómetros sube a 900 milímetros y a otros 50 kilómetros sube a 1.500 milímetros, entonces hay materiales que se comportan mejor en esta poca cantidad de lluvia y hay otros que logran mejor producción cuando llueve más.
El agricultor hoy tiene una paleta importante de variedades y de híbridos que están adaptados a su zona. El abastecimiento que hacen las empresas semilleras es fuerte pero hoy tenemos un grave problema que es el uso de semilla ilegal.
¿Porque es peligroso traer material genético de otra región?
El agricultor está ávido de nuevas tecnologías, es lógico porque eso incrementa su producción, baja los costos y tiene mejor rentabilidad. Lo que está ocurriendo en los últimos 5 o 6 años es la introducción ilegal de materiales, de híbridos, de eventos transgénicos que están prohibidos por ley en Bolivia.
Está prohibido todo lo que sea evento transgénico, está prohibido sembrar semillas que no estén registradas, son marcas que tienen un dueño, y el problema es que han empezado a traer de los países vecinos sin estar autorizados y las han empezado a probar, algunas bien y otras y eso se ha multiplicado, y hoy hay contrabando y mucha producción nacional ilegal con estos materiales transgénicos. No sé cuánto, pero hay mucho de esa “semilla de bolsa blanca”, es ilegal en el país pero es una genética tiene un dueño pero el agricultor, el usuario no la declara, porque no está permitida acá.
La institución que nos representa, el INIAF dice que se puede utilizar el uso propio, el mismo agricultor puede dejar, siempre que lo declare, una cantidad de semilla para sembrar en la próxima campaña. Tiene que declarar porque el agricultor es dueño del grano no de la tecnología. Esa tecnología que es mayor producción, con alguna tolerancia a enfermedades la guarda porque le interesa. Cuando no la declara, no declara una licencia y eso va repercutiendo en que las empresas no hagan nuevas variedades porque no tiene el recurso económico. Para hacer una variedad nueva se necesita entre 6 u 8 años de investigación y después el registro en el INIAF y después el incremento para sacarla al mercado. Todo eso tiene un costo importante y si el usuario no paga esa licencia a las empresas se les dificulta seguir haciendo investigación.
¿Cuántas semillas hay registradas, se está trabajando en nuevas variedades?
Hay muchas. Debe haber unas 600 variedades de soya, unos 200 híbridos. Pero no quiere decir que se usen todas porque van saliendo nuevos productos, nuevos híbridos que van dejando atrás a otros. Se está trabajando.
Pero el avance de lo ilegal es fuerte. Nosotros como asociación estimamos que el 60 por ciento es ilegal en soya y en maíz es el 75 por ciento. En arroz, trigo, girasol, sorgo no hay problema.
Imagínese, pongamos un número, entre verano e invierno hay unas 1.300.000 hectáreas de soya y el 60% es ilegal, (con semilla transgénica de contrabando). Eso quiere decir que hay 750.000 hectáreas que se siembran con semilla que no está registrada.
En maíz se estima que son 160.000 hectáreas y que el 75% no es semilla legal. Se hace con semilla transgénica, producción nacional y contrabando, entonces es muy poco lo que queda comercialmente.
¿Por un lado afecta a la empresa productora de semillas y también a la exportación por un tema de trazabilidad y puede bajar los ingresos?
Es una pregunta importante y las autoridades no están recabando en eso. Si por ejemplo, yo soy un empresario europeo y voy a buscar un país que esté libre de transgénicos, busco en la región y los únicos que estamos somos Bolivia, entonces voy a comprar soya o maíz boliviano porque es libre de transgénicos. Entonces compra acá, el Senasag le da un fitosanitario libre de transgénicos y cuando ese barco, ese conteiner llegue a Europa y le hagan trazabilidad y ven que no es material convencional podemos tener hasta un problema de país.
Un caso real, que pasó hace unos cuatro meses. Y lo he expuesto en reuniones con el Senasag y otras instituciones. Ellos ponen una publicación que ha dado fitosanitario de exportación de maíz a Paraguay de 3.500 toneladas y ese maíz en 99,9% es producido en el Gran Chaco, de producción de menonitas y los menonitas siembran todo transgénico. Entonces le está dando un documento de libre transgénico a pesar de que el comprado no se lo pide, pero está autorizando algo que está prohibido por ley sembrar.
¿Se conoce que el 90 por ciento de la soya boliviana es transgénica, entonces cómo se exporta, qué dice el certificado?
El fitosanitario del comprador del destino no le dice que sea libre de transgénico, le exige que venga en bolsa nueva, libre de maleza, libre de impureza, pero no dice que no sea transgénico. Entonces, la entidad de acá emite el fitosanitario con esos requisitos, pero en realidad es un material transgénico que ese productor o varios productores han sembrado una semilla ilegal y nadie le está controlando.
¿Nadie controla?
Nadie está controlando a pesar de que nuestra asociación en distintos foros, conversatorios, decimos esto. Hace 20 días, el INIAF se ha puesto los pantalones y ha salido de la oficina y ha ido a hacer control. Pero el INIAF solo tiene control sobre semillas y no sobre el grano.
¿Para efectos de control, cuál es la diferencia de nombrar semilla y grano?
El grano es el grano comercial que se produce en el campo y se lleva al mercado, eso viene a granel. Como también viene a granel las semillas. Pero el INIAF si encuentra un camión que duda que no viene bien con la documentación lo para, pero no puede hacer más nada porque trae una papeleta del Senasag que dice que es grano.
La norma que tiene el INIAF de competencia es sobre semilla. La semilla es aquel grano que tiene una trazabilidad, que ha sido en los campos registrado, inspeccionado, beneficiado y que está apto para siembra. Tienen una germinación base, no hay mezcla varietal. Eso es semilla, tiene valor agregado respecto al grano. Tiene que ser semilla entera, natural.
¿Falta mayor coordinación entre el INIAF y el Senasag?
Usted lo ha dicho, no hay una buena relación, a pesar de que ambas pertenecen al Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. Pero el Senasag se ampara en ciertas normas que tiene, emite todo lo que es la guía de traslado.
El tema es que esas guías se hacen en la zona fronteriza, no acá internamente, en frontera donde hay riesgo de contrabando. Ellos dan guías como si fueran producciones locales y ya es de vox populi, todo el mundo sabe, que ese grano viene del lado argentino, maíz y soya y trigo y que acá lo nacionalizan.
¿Cómo lo hacen?
Se presenta un supuesto agricultor que dice que tiene una cantidad de hectárea, el Senasag le emite la guía y ese camión viaja de Yacuiba a Santa Cruz sin ningún problema. No se sorprenda. No es que va el Senasag a verificar el campo, la cosecha, no va. Entonces es una declaración jurada que se presenta por una persona o a veces acompañadas por organizaciones sociales, territoriales que dicen que sí que este señor tiene una parcela en la zona del Gran Chaco y se le emite la guía y no se verifica.
En cambio, en el sector semillero tenemos que registrar los campos semilleros, nos hacen inspecciones, hay la documentación para la cosecha, para el traslado. Estamos constantemente auditados y registrados. En cambio el agricultor está libre.
Cuando uno va a Senasag y le dice por qué le está dando guía a esta persona y por qué no va al lugar de origen, responden no tenemos presupuesto, no hay personal.
En el caso del INIAF, este registra a los semilleristas, a las personas jurídicas semilleros, no al agricultor, al que lleva el grano a la aceitera.
En el 2019 hubo un convenio entre el INIAF y e Senasag donde el INIAF informaba si esa persona era agricultor o no. Estamos hablando del Gran Chaco, en Tarija, donde hay 11.000 hectáreas para hacer soya, de las cuales 10.000 hectáreas son para semilla y 1.000 para grano comercial. Y hay unas 14.000 para maíz. No hay más que eso para estos granos pero también hay otro tipo de cultivos. Hay documentación que está en las redes sociales que en el mes de mayo, el Senasag dio guías para el traslado de 21.000 toneladas de soya. Para producir esta cantidad hay que tener 12.000 o 14.000 hectáreas y no hay en esa zona porque el 98 por ciento es semilla y las otras cayeron del cielo… Hay un slogan por ahí que dice que Argentina siembra y Bolivia cosecha.
¿Económicamente, de cuánto es el impacto en estos cinco años?
El contrabando perjudica al semillero, al agricultor, a la industria, al Gobierno porque no tributa. Esta gente no tributa, es todo negro. Mientras que nosotros estamos legalmente establecidos tenemos que tributar. En el caso de la soya solo en IVA se estima que se están perdiendo 58 millones de bolivianos.
Volviendo a las 21.000 toneladas, esas no pagan nada. Además que esa compra ilegal es un dólar que se va a fuera y no vuelve más al país. Ahora esto también pasa porque los países vecinos tienen un problema económico y vender en dólares a ellos les repercute. Un agricultor argentino cuando termina de comercializar su grano de soya tiene en la mano 175 dólares, en Bolivia vale 400 dólares, fíjese la brecha que hay. Son muchos dólares de diferencia, claro que interesa. Se dice que en la frontera venden en 270 dólares y acá en Montero ya lo comercializan a 385 dólares. Es sorprendente.
Hay que seguir trabajando. Nosotros como ASOSEMILLAS estamos tratando de incrementar el uso de semilla certificada. Hemos bajado mucho en los últimos cinco años. Estamos en todos los lugares donde podamos promocionar y recomendar porque una semilla certificada tiene garantía, tiene trazabilidad, si usted compra una bolsa blanca y no le nació la planta a quién le va a reclamar, a nadie.
¿Alguna recomendación a los jóvenes agricultores?
La recomendación a estos jóvenes, y si son estudiantes, es promover el uso de semilla certificada que viene con recomendación de uso, de cuántas semillas va por hectárea, de cuántas plantas van a tener por cosecha, el uso de insumos y todo el conjunto de situaciones para lograr en un mismo espacio una mayor producción.
Hoy la genética está muy avanzada, no estoy hablando de los transgénicos, estoy hablando de los cruzamientos. Hace 15 años que un maíz se recomendaba con 50.000 plantas de cosecha y hoy se recomienda con 70.000 porque la estructura de la planta es distinta, se trabaja más verticalmente y no horizontalmente, y va a tener más producción.
Tocamos los puntos neurálgicos de no a la semilla pirata y si a la certificada, el agricultor es nuestro cliente y tenemos que cuidarlo y si no las empresas cierran. Ahora se están desarrollado menos variedades. El problema social viene después porque va a tener que sacar personal y el gran problema lo vamos a tener de aquí a cinco años al no poder avanzar con el desarrollo de nuevas variedades.